Este verano he descubierto que se puede vivir con un destornillador dentro del cuerpo.
El marido de una compañera lleva más de un mes con un mini destornillador alojado dentro de su intestino porque a su dentista se le cayó accidentalmente dentro de la boca.
No sé si me sorprende más el hecho de saber que tu dentista puede perder instrumental dentro de tu cuerpo, o que este hombre lo tenga tan asumido que ya ha dejado de ir al hospital a hacerse radiografías para tener control de dónde está el objeto de marras…
Y esta, no sé si llamarla dejadez o apatía por cambiar la situación y ver qué se puede hacer por mejorar y cambiar las cosas me ha recordado al mundo de las empresas.
Porque las empresas están llenas de personas con destornilladores dentro que no les importa un carajo seguir con él años y años:
⚫Personas anestesiadas, hastiadas por el nulo o pésimo liderazgo que gestiona sus empresas, pero que han decidido ponerse de lado y dejarse llevar porque “fuera hace más frío”. Fantasmas de pasillo.
⚫Personas con niveles de ansiedad rozando la patología que se niegan a ver que su vida profesional se ha comido literalmente sus ganas de vivir. Yonquis del estrés.
⚫Personas que (mal) viven en su realidad laboral pero que continúan porque ésta les proporciona esa caja de resonancia perfecta y el pseudo confort suficiente para continuar sin preguntar. Zombis en su propia realidad.
Así que sí, se puede vivir con un destornillador dentro. Lo vemos todos los días.
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