Dudo mucho de quien dice que no se rompe o no muestra signos de fragilidad. Dudo mucho de quien asegura que nunca ha juzgado a alguien prematuramente. Dudo mucho de quien dice no haber envidiado al vecino… O al compañero, o al amigo. Dudo mucho de quien sostiene no haber perdido nunca la paciencia ante un error ajeno. Dudo mucho de quien nunca se ha reído en el peor momento o ha hecho un comentario fuera de lugar. También de esos que se jactan de salir siempre bien en la foto. Dudo mucho de quien oculta sus orígenes o los maquilla porque ahora se rodea de “otra gente”. Dudo mucho de quien dice haber sido siempre justo en sus decisiones. Dudo mucho de quien no se arrepiente de nada y de quien no cambia de opinión. Estamos tan aturdidos por el postureo y la sobreexposición, que hemos desvirtuado y deshumanizado la imagen que debe dar un buen profesional en las redes sociales, incluidas las profesionales. Parece que estamos rodeados de personas perfectas y la realidad es que ese tipo de personas solo son sombras despersonalizadas. Y yo, que me dedico entre otras cosas al mundo de la selección, no puedo evitar pensar sobre en qué momento empezamos a penalizar que alguien sea auténtico, se equivoque o se muestre vulnerable. En qué momento dejamos de pensar que ser y parecer humano es algo “malo”. Quizá sean los años o las malas experiencias (o las dos cosas) pero al menos yo tengo muy claro a quiénes quiero en mi equipo y de quiénes no dejaré de dudar ☺️
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